Si hubiera sabido hace una semana que el gran debate sobre si somos iguales o diferentes en tanto que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales podría llegar a colocarse en el primer plano del discurso de la actualidad habría esperado unos días para escribir mi columna del pasado fin de semana. Pero quiso la suerte que el excelentísimo señor don Pablo Manuel Iglesias cometiera ciertas declaraciones acerca del papel de las mujeres o, mejor dicho, de lo femenino en política.
Construyendo un nuevo discurso activista
Diferente lo serás tú.
Uno de los debates más apasionantes -y por desgracia más olvidado- dentro del pensamiento en torno al movimiento en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales es el que se refiere a si nuestras características particulares convierten a este grupo más o menos definido de personas en diferentes o no con respecto a las personas heterosexuales.
Make the gays great again
Trump será el próximo Presidente de los Estados Unidos. Cristina Ortiz, La Veneno, ha sido asesinada. Y el Grupo Municipal de Ciudadanos en el madrileño distrito de Retiro ha intentado erradicar el cruising. Son tres noticias que parecen no tener ningún vínculo en común pero demuestran que algo está cambiando…
¿Bisexuales o pansexuales?
Uno de los mejores activistas trans españoles, FTM Lobo, compartía esta semana en su Facebook una imagen que trata de explicar la que se supone es la principal diferencia entre la bisexualidad y la pansexualidad. Según la imagen, la primera supone atracción hacia hombres y mujeres, en tanto que la segunda incluye también la atracción hacia hombres y mujeres intersexuales y transexuales, además de hacia cualquier persona transgénero. Lobo afirmaba, como joven trans, su radical oposición a esta diferenciación y yo, compartiendo su contrariedad, quiero reflexionar sobre la espinosa cuestión de las posibles distinciones entre etiquetas no monosexuales.