Auschwitz

«No todo el mundo puede acceder en las mismas condiciones a la máxima dignidad del recuerdo».

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Aunque hayan pasado ya 73 años el recuerdo del Holocausto sigue estando fuertemente entrelazado con nuestra conciencia de la realidad. Leí en algún sitio, hace ya tiempo, que desde la bomba de Hiroshima en todo el planeta es detectable un cierto nivel de radiación.

Del mismo modo, desde que el 27 de enero de 1945 el ejército soviético liberase el campo de concentración de Auschwitz y fuera desvelado todo el horror del nazismo, la memoria del exterminio nos queda a flor de piel, y recordándola en días como hoy tratamos de evitar que vuelva a producirse un hecho terrible como aquel.
El problema es que la memoria se construye de una forma muy particular, si no interesada, y no todo el mundo puede acceder en las mismas condiciones a la máxima dignidad del recuerdo.

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El bosque tras las travestis

Uno empieza a cansarse ya de que, en medio de esta posmodernidad que nos devora, determinados debates se reproduzcan año tras otro en unas fechas muy determinadas. Y uno se cansa porque estos debates no aportan novedad alguna al desarrollo del discurso. Parece que simplemente lo zarandean tímidamente para que creamos que se mueve algo en unos movimientos sociales que, por desgracia, cada vez están más inmovilizados.

Para que parezca que seguimos al pie del cañón llevamos ya un tiempo comenzando el año con un debate sobre algo tan sumamente interesante como el vestido que ha tenido que ponerse Cristina Pedroche para seguir siendo la presentadora de las campanadas. Pero no parece que prestemos atención al conteo final de las mujeres que han sido asesinadas en situaciones de violencia de género: la lista más sangrienta y que debería encabezar los titulares de todos los periódicos se esconde para ceder terreno a un debate apasionante como el del vestido en cuestión.

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Lo nuestro sí que es mundial. Una introducción a la historia del movimiento LGTB en España.

Editado por Egales, Madrid-Barcelona, en 2017.

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En apenas cuatro décadas el «Movimiento LGTB» ha transformado España. Un país que en 1975 se declaraba mayoritariamente favorable a la eliminación de la homosexualidad a través de leyes represivas es hoy, gracias a la reivindicación política de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, uno de los Estados que más derechos y libertades garantiza a las personas no heterosexuales, y que en 2013 defendía en un 88% que la diversidad sexual y de género debe ser reconocida e integrada en la sociedad.
¿Cómo ha sido posible esta transformación radical? Los partidos políticos de todas las ideologías no siempre se interesaron tanto por los derechos LGTB como ahora lo hacen –o fingen hacerlo–, y durante muchos años lesbianas, gais, transexuales y bisexuales tuvieron que organizarse para conseguir, primero, la eliminación de la legislación represiva y, después, el paulatino reconocimiento de derechos que llevó hasta la consecución del Matrimonio Igualitario. Pero queda mucho trabajo por hacer hasta la erradicación de la homofobia, transfobia y bifobia, y la mejor forma de comprender el presente y elaborar una reivindicación adecuada con vistas al futuro es conocer nuestro pasado: responder a la pregunta ¿de dónde venimos? puede ofrecer las claves necesarias para afrontar otras cuestiones como quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.
Este libro ofrece un análisis del desarrollo histórico del «Movimiento LGTB» en el Estado español a través de numerosa documentación y bibliografía y de los testimonios de sus protagonistas; y recupera la genealogía de la lucha social de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales en defensa de sus derechos como herramienta para seguir elaborando un discurso reivindicativo que, más allá de un WorldPride, pueda seguir diciendo con la voz bien alta que lo nuestro sí que es mundial.

En el Prólogo de Alberto Mira, el investigador ha dicho sobre el libro:

«El trabajo de Ramón Martínez traza con encomiable precisión una genealogía compleja de lo que es el movimiento. […] El inmenso valor de Lo nuestro sí que es mundial es entrar en los callejones sin salida, en los atajos y en los terrenos pedregosos, en los errores y en los triunfos, contar cómo se ha llegado hasta aquí y rescatar una historia casi olvidada, dando nombres, resucitando voces.»

Sobre este libro se ha dicho:

Reseña de Carlos Barea en Ámbito Cultural.

Reseña de lucasfh1976.

Reseña de Libertad e Igualdad LGBT.

Reseña de Eduardo Nabal.

Entrevista en Wisteria Lane (RNE).

Entrevista en Ágora Historia.

Entrevista con Eduardo Nabal en La Izquierda Diario.

Puedes encontrarlo aquí.

 

 

¿Todavía hace falta salir del armario?

Después de tanto tiempo dedicándose «nuestro» movimiento LGTB a la visibilidad, considero que resulta ya apropiado formular una pregunta de calado que necesita de una reflexión tranquila: ¿y si la salida del armario resulta ser también una herramienta de opresión?

Este miércoles 11 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salida del Armario, una iniciativa ya clásica que importamos desde el movimiento LGTB estadounidense. A lo largo del día son muchas las personas que utilizan las redes sociales para insistir en su compromiso de visibilidad, y vuelven a declararse lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Algunas otras emplean las etiquetas identitarias surgidas a partir de la irrupción del discurso queer, y así aparecen hoy pansexuales, personas intergénero, etc. Y siempre encontramos alguna sorpresa: alguien de cuya heterodoxia sexogenérica no teníamos noticia puede emplear este día para confesarnos que, como tantas otras personas, tampoco puede ni quiere ajustarse a las normas hegemónicas del género y el deseo.

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