Hay Orgullos mosqueteros y hay Orgullos moqueteros: desde el que grita «una para todas y todas para una» hasta el que mira bien la calidad del insitucional suelo donde descansan sus reivindicativos pies. No sobran Orgullos. Lo que sobra es la homofobia.
Hay Orgullos críticos, hay Orgullos manifestivos. Orgullos minoritarios, Orgullos masificados; Orgullos alternativos o comerciales, pancarteros o carroceros, de musicón o de megáfono, con pregón y recepciones o con faldas y tacones. Hay Orgullos mosqueteros y hay Orgullos moqueteros: desde el que grita «una para todas y todas para una» hasta el que mira bien la calidad del insitucional suelo donde descansan sus reivindicativos pies.
Hay activistas reformistas, radicales o revolucionarios. Hay filósofos de la igualdad o de la diferencia. Pensadoras de la comunidad o de la asimilación. Hay voluntarias que, las pobres, aún no saben dónde se han metido. Hay militantes a pecho descubierto, socios y socias que apoyan en la distancia, usuarias y usuarios que frecuentan nuestras sedes. Hay quien pone un tuit y cambia el mundo; hay quien preside todo esto y aún no se siente a gusto.
Hay mil formas, y una más, de existir en el Orgullo. No todas nos gustan, no todas nos parecen válidas ni apropiadas. No todas son siquiera conciliables. Pero todas nos hacen falta. De todos nuestros discursos reivindicativos, con más o menos luces -más o menos filosofía-, se obtiene la difícil media de nuestras pretensiones. Cuando llegue la persona que en el futuro quiera estudiar lo que hacemos hoy (¡pobre criatura!) deberá atender a todas nuestras versiones y vivencias de lo que es el Orgullo. Y todas serán igual de válidas, porque si dentro de cien años estamos al menos un poco mejor que ahora todas habrán conseguido su objetivo. Cada una a su manera, cada una según su escala y sus pretensiones.
Necesitamos todos los Orgullos. Desde el Orgullo Crítico que ayer inundó con miles de personas las calles de Madrid hasta el que hace rebosar con pregones y conciertos las plazas de nuestra ciudad. Los Orgullos, y, si me permitís comenzar a hacer «la media», El Orgullo se manifiesta de tantas maneras como puede concebirse, y se vive de tantas formas como vivientes pasan por él. No sobran Orgullos. Lo que sobra es la homofobia.