Como yo, mucha gente es incapaz de ver bien, de lejos o de cerca. Hay gente que, además, tiene astigmatismo, igual que yo, que es un problema de la vista que impide precisar bien los contornos de las figuras. Para evitar cualquiera de estos inconvenientes somos muchas las personas que utilizamos gafas y sólo gracias a ellas nos es posible apreciar la realidad tal y como es. Aunque parezca una metáfora demasiado sencilla –y muy utilizada–, es para eso para lo que sirve precisamente el Feminismo: para ver bien.
Yo no recuerdo cómo veía antes de que un médico me dijera, a los cuatro años, que debía utilizar gafas. Pero sí de cómo pensaba antes de empezar a mirar a través del Feminismo. Recuerdo definirme como un varón comprometido con los derechos de las mujeres, pero defender cuestiones que hoy me parecen salvajes, como la regulación de la prostitución o de la gestación subrogada. Ahora, tantos años después de encontrarme con el Feminismo –leyendo, hablando con mujeres…–, me doy cuenta de que yo no era feminista, era liberal, simplemente. Me faltaba adaptar mi visión para percibir correctamente la realidad: que aún estamos muy lejos de la Igualdad, que hay que trabajar mucho para siquiera alcanzar unos mínimos, y que hasta entonces determinados posicionamientos no defienden los derechos de las mujeres, sino que los ponen en serio riesgo. Hoy pienso distinto sobre los derechos de las mujeres. Creo que ahora pienso mejor.
También pienso diferente sobre mí mismo después de mirarme con esas gafas que me dio el Feminismo. Porque gracias a su teoría crítica –la única capaz hoy de denunciar las estructuras de poder persistentes en nuestra sociedad– me es posible analizar adecuadamente nuestra situación como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Sólo gracias a los caminos que han abierto las mujeres, nos será posible a las personas no heterosexuales encontrar el sendero que tenemos que transitar, y prever las piedras que encontraremos en nuestro trabajo. El movimiento LGTB le debe prácticamente todo al Feminismo, porque la homofobia es la otra cara de la moneda del machismo.
Hoy estreno gafas nuevas, siempre feministas, y se celebra en Madrid una manifestación estatal contra las violencias machistas. Allí estaré, como varón, aunque no heterosexual, renunciando a cuantos privilegios sean precisos para que las mujeres alcancen a ver reconocidos sus derechos. Porque de los derechos de las mujeres dependen mis propios derechos, los de toda la humanidad; y porque más allá de mis gafas nuevas, de las gafas del Feminismo que te invito a usar, son más importantes las cosas que veremos mejor gracias al Feminismo. Lo dijo Adrienne Rich: «bajo mis párpados unos nuevos ojos se han abierto». Que viva la lucha de las mujeres.