Defender la poesía: el Orgullo de mi pueblo

Para vosotras, por tanto cariño

Hace ya quince años, cuando yo acababa de cumplir los 18, abandoné el madrileño barrio de San Blas donde crecí para ir con mi familia a vivir a un pequeño pueblo de la Comunidad de Madrid. Yo era por entonces bastante insoportable, todo hay que decirlo: no pensaba en otra cosa que no fuera la literatura. Y así entré por primera vez en la Casa de Cultura del pueblo, donde me encontré con Lorena Moreno, la bibliotecaria que acabó siendo mi amiga, y entre los dos organizamos un taller de poesía.

En aquel momento yo aún no tenía del todo claro quién era y, aunque ya empezaba a dar voces en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, aún se me hacía difícil reconocerme dentro de la etiqueta. Ya saben ustedes que la sombra del armario es alargada. Posiblemente por eso todos los textos que me entretenía en escribir eran prácticamente incomprensibles. Refugiado en un supuesto surrealismo yo contaba las cosas que sólo yo podía entender pero fueron aclarándose mis letras poco a poco y gracias al apoyo constante y silencioso de muchas mujeres que nos acompañaban en nuestras reuniones. Recuerdo perfectamente el día en que nos trasladamos a la piscina municipal para encontrarnos y, en el momento de leernos cada cual lo que esa semana habíamos escrito, quise compartir un texto: el primero en que, por primera vez, hablaba más o menos claro de la persona en la que me estaba convirtiendo. No pasó mucho tiempo hasta que, bajando la escalera de la Casa de Cultura, escuché cómo se referían a mí como “el maricón de la poesía”.

Hace dos semanas, ahora que han pasado tantos años y ya tampoco soy el joven que entonces empecé a ser, contactó conmigo José Antonio, de la Agrupación Socialista de Valdemorillo. Aprovechando que el gobierno local había cambiado, después de tantos años, había llegado el momento de ser valientes y colgar, por primera vez en la historia de nuestro pueblo, una bandera arcoíris. Y no sólo eso: el Ayuntamiento también quería organizar una charla sobre Diversidad Sexual y de Género,

Charla sobre Diversidad Sexual y de Género en Valdemorillo.

Charla sobre Diversidad Sexual y de Género en Valdemorillo.

y yo corrí a encargar una bandera para mi pueblo y a pedirles a Yago Blando, Coordinador General de Arcópoli, y José Miguel Mateos, Vicepresidente de Fuenlaentiende, que se trasladaran a un pueblo de no más de 12.000 personas para hablar de la importancia de luchar contra las agresiones contra lesbianas, gais, transexuales y bisexuales, y de cómo gestionar la Diversidad Sexual y de Género desde un municipio.

Así, el día 26 de junio, ayudé a colgar la bandera del arcoíris en la Casa de Cultura, haciendo historia a pequeña escala en un lugar que reconoció rápido nuestros colores y cuyos habitantes respondieron con Orgullo

Colocación de la bandera arcoíris en la Casa de Cultura de Valdemorillo.

Colocación de la bandera arcoíris en la Casa de Cultura de Valdemorillo.

, mientras otros no tardaron en amenazar con quemarnos la bandera. Y así, el 27 de junio, hablamos por primera vez de lo que significa no ser heterosexual, de cómo empezar a concienciar a nuestra población del necesario respeto hacia otras realidades sexuales y de género, de cómo acabar con las agresiones y cómo hacer todo ello a través de políticas públicas, en un nuevo Ayuntamiento que no quería seguir dando espalda al 10% de su ciudadanía. Pensábamos que nadie acudiría a la cita, pero nos sorprendieron unas treinta personas que quisieron escucharnos, entre las que no sólo encontramos varios concejales, sino también varios matrimonios de parejas del mismo sexo. Mi pueblo estaba saliendo del armario y quedó claro que nuestro compromiso debe consistir, a partir de ahora, en que no vuelva a haber nunca más ningún chico al que llamen “el maricón de la poesía” porque a partir de ese día en mi pueblo la diversidad y la poesía tenían que convertirse en bienes públicos, patrimonio de todos los hombres y mujeres de Valdemorillo.

Hoy 4 de julio, cuando salimos todos y todas a las calles de Madrid, este gran pueblo nuestro en el que a todos nos es posible sentirnos en casa, para celebrar nuestro Orgullo a lo largo y ancho del Paseo del Prado te pido que te pares un momento a pensar en la poesía, en toda esta riqueza de nuestra Diversidad que reivindicamos en las calles anchas de la capital y aún tenemos que esconder en las pequeñas callejuelas de nuestros pueblos. Por todos esos “maricones de la poesía” que a los dieciocho años quieren abrir las puertas de sus armarios, por todas esas lesbianas, bisexuales y transexuales que nos verán en la televisión, en el periódico, que quizá escuchen tu voz por la radio desde los pequeños municipios donde aún es prácticamente imposible ser visible; dediquemos un momento a hablarles de que ellos y ellas son también merecedores de poesía. Con no poca vergüenza, y aún sin saber por qué, yo quiero hoy regalarles aquel poema tan malo que, a mis dieciocho años, escribí para empezar a convertirme en quien ahora soy. Vaya por vosotros el Orgullo, vaya por vosotros la Poesía.

SINCERAMENTE

            He perdido los recuerdos de un pasado que inventé.

            He olvidado cada noche la verdad que debo ser.

            Y me acuesto con la luna, no sé si quiero volver

            a los ojos que me miran,

                                                  y no sé muy bien por qué.

 

            He dejado bajo el traje realidades de pared.

            Y he querido ser un sueño que jamás pudiera ser.

            Y me pierdo entre dos ojos, no sé si puedo querer

            lo que no ha de ser posible,

                                                     y no sé muy bien por qué.

 

            He dejado en cada noche la tormenta del ayer.

            Y he querido andar descalzo para quemarme los pies.

            Y no puedo ser otro hombre que se goza en su querer

            lo que puede tener nombre,

                                                      y no sé muy bien por qué.

 

            He llorado los amigos que se pierden, una vez

            recordé que algunos nombres son condena de una piel.

            Y jamás quise ser siempre, que tan sólo quiero ser

            la verdad que llevo dentro,

                                                      y no sé muy bien por qué.

 

            Me he perdido en cada noche que se vuelve amanecer.

            Y he doblado con un cuerpo pajaritas de papel.

            Y no sé qué vengo siendo. Y hoy tal vez puedo perder

            el recuerdo de un recuerdo,

                                                      y no sé muy bien por qué.

 

            Me ha olvidado un cuerpo triste que hace tiempo que olvidé.

            Y he buscado un cuerpo nuevo que me pudiera querer.

            Pero todo son fantasmas. Y hace tiempo que gané

            la corona de mi espina,

                                                y no sé muy bien por qué.

 

            Que recuerdo algunos nombres que se clavan en mi ayer.

            Y una risa muy cercana que me ha roto esta otra piel.

            Que me canso de ser otro. Y una vez quisiera ser

            la verdad de este yo mismo,

                                                            y no sé muy bien por qué.

Publicado en Cáscara Amarga el 4 de julio de 2015.

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