Si la donación de órganos no fuera anónima y se pudiera ofrecer a cualquier persona una cuantiosa «compensación económica» por cederle gratuitamente -nótese la sutil paradoja- un riñón, para reparar las molestias ocasionadas por el proceso y sus consecuencias, hace mucho tiempo que habría protestas para exigir la prohibición de esa forma encubierta de explotación.
Feminismo
No necesitamos la gestación subrogada
He dudado mucho antes de decidirme a escribir esta columna. Sucede que la cuestión de la gestación subrogada genera siempre debates encarnizados, en los que sus defensores no dudan en emplear toda la artillería de que creen disponer. Recurren a ejemplos puntuales de familias felices con hijos obtenidos mediante esta práctica obviando los múltiples casos en los que el proceso conlleva graves problemas. Sin ir más lejos la primera mujer que se sometió a esta mal llamada técnica de reproducción, Elisabeth Kane, es hoy una firme defensora de la Coalición Nacional contra la Gestación Subrogada en los Estados Unidos.
Erradicar la homofobia, abolir la prostitución.
Qué tendrá que ver la discriminación hacia lesbianas, gais, bisexuales y transexuales con la cuestión de la prostitución… Dejando a un lado que ambos son los temas que más interés me suscitan en el activismo social, me gustaría demostrar con estas líneas que su vinculación es mucho más estrecha de lo que pudiera parecer a primera vista; que las reivindicaciones del Feminismo y del Movimiento LGTB no sólo han venido enriqueciéndose mutuamente a lo largo de las últimas décadas, sino que deben seguir haciéndolo. Porque por caminos paralelos, a veces felizmente encontrados, avanzan contra un mismo adversario.
¿Para qué sirve el Feminismo?
Como yo, mucha gente es incapaz de ver bien, de lejos o de cerca. Hay gente que, además, tiene astigmatismo, igual que yo, que es un problema de la vista que impide precisar bien los contornos de las figuras. Para evitar cualquiera de estos inconvenientes somos muchas las personas que utilizamos gafas y sólo gracias a ellas nos es posible apreciar la realidad tal y como es. Aunque parezca una metáfora demasiado sencilla –y muy utilizada–, es para eso para lo que sirve precisamente el Feminismo: para ver bien.